
Sin más artilugios que mi mirada,
que ya cansada, que ya desganada,
que ya sin mirada,
te buscaba, prófuga de su no-destino,
en los recovecos inhóspitos de algún
inhóspito jardín.
Pero, ¿qué había allí
más que un inhóspito jardín,
más que una mirada sin mirada,
más que mi alma tal vez pidiendo
asilo en las alas de un pájaro infinito,
de un cuento dorado,
de los pedazos de una historia
que solo trae dolor y muertes
a la muerte?
Sé que todavía habitan tal espacio
palabras cansadas de estar escondidas
tras palabras que no dicen nada en absoluto,
amores cansados de estar cansados
de no ser amores amantes,
de ser amores que mueren
en mis siempre taciturnas líneas
en línea directa a la muerte…
Sé que tal espacio
tiene conciencia propia de sí,
más que la conciencia que le da
mi propia conciencia cuando
acude a un espacio
para que descansen mis esperanzas
de toda la conciente aterradora realidad.
Sé que es allí donde
estoy, definitivamente, ahora,
donde me quedaré a descansar
hasta perder la conciencia total de mí
y recuperar la mirada.
Fotografía de Bernabé Jirón.
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