fue el silencio,
cuando comenzamos a engañarnos
con otros engaños,
cuando mordimos las preguntas
que envenenaron nuestros labios,
cuando la imagen comenzó
a oscurecerse en nuestros espejos,
cuando te convertiste en arena
y yo en bruma nocturna,
cuando dejé de mirarte
por los vidrios del corazón
y vos te aferraste a la esperanza,
cuando, irremediablemente,
se bifurcó nuestro andar,
cuando deviniste en árbol
y yo en pájaro,
cuando grité tu nombre
y respondió el olvido,
y me quedé sin voz,
y te quedaste sin voces,
cuando soplaste la llama
del deseo profundo,
y tus palabras fueron aguijones
y mis palabras tumbas…
Cuando se terminó tu calendario
al tiempo que el mío se estrenaba,
cuando decidí no sangrar más
y aún estabas lleno de balas,
cuando te amé tanto que morí
y nunca lo percibiste,
y esperé tu salvación,
y ese día lo tomaste libre,
y tuve que salvarme yo.
Cuando renunciaron las olas

y la orilla se secó,
cuando cayeron las vendas
todo se anunció,
todo terminó.
Fotografía de Bernabé Jirón.