lunes, 13 de junio de 2011

Alejandra


Nadie sabe por qué

ese día te vi y me sentí en ti.

Nadie podrá explicar (asumo)

por qué tu dolor es mi dolor,

por qué mi piel entiende a tu piel,

por qué nuestras manos escriben

semejanzas con espinas.

Hoy quiero que todo arda,

que mis extremidades ardan,

que mis líneas ardan,

que mi amor arda,

que mis ojos sangren,

que mi esencia brille

en un fulgor infinito.

Tengo guía, he tenido voz.

Muchos años antes de mi

hubo una mujer

con un corazón roto en pedazos,

con una locura extraordinaria.

Te leo y me leo…

Tu mensaje trasciende dimensiones,

y lo recibo a gusto.

Alejandra te llamabas,

Alejandra, me llamaste!

Aquí estoy yo, continuándote,

continuando aquel legado.

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